EN MEMORIA DE UN AMIGO

Esta historia, es un hecho real, que me ocurrió allá por
el año 1.970 en la calle Avenida de la Rosaleda, en Málaga.

Un mendigo se acercó
y su mano me extendía,
¡una limosna por Dios!
angustiado me pedía.

Fijamente le miré
dándole cuanto llevaba,
y en sus ojos observé
las lágrimas que brotaban.

Mil gracias, él me decía,
mientras al suelo miraba,
y por su cara corrían
las lágrimas que secaba.

Con su faz desfigurada,
todo sucio y andrajoso,
con larga barba poblada
y su cabello canoso.

Pensativo me marché
y un tanto preocupado,
porque en el hombre noté
una marca del pasado.

Yo quería recordar
que al mendigo conocía,
no paraba de pensar,
aquel hombre quien sería.

El me había conocido,
yo tan seguro estaba,
con nadie algún parecido
en el momento encontraba.

Por la noche recordé:
con toda seguridad,
el mendigo que encontré,
en nuestra más tierna edad

hasta con él yo jugué.
Y buenos amigos fuimos,
de su familia fui igual,
un día nos despedimos,
quiso a la Legión marchar
y después jamás nos vimos.

Al otro día volví
al sitio donde pedía,
ya no se encontraba allí
ni nadie le conocía.

Yo le quería ayudar
si él me lo permitía,
jamás lo pude encontrar,
hasta el día que moría
que al fin me pude enterar
y al funeral asistía,
su cuerpo vi de enterrar
y en recuerdo quedaría.

Francisco García García

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