EL MENDIGO

Cuando yo vivía en Madrid, allá por el año 1.969, desde donde
me dejaba el autobús hasta el centro donde impartía mis clases,
recorría un gran trayecto andando, y casi todaslas tardes a mi regreso, observaba el hecho que cuento en el poema que sigue:

Un mendigo rebuscaba
lo que algunos no querían,
lo que algunos derrochaban
él con codicia cogía.

Buscaba entre la basura
sus alimentos a diario,
para él era hermosura,
para vivir necesario.

Un día que yo pasé
como frecuente lo hacía,
a su vera me acerqué
y muy amable me decía:
señor, perdóneme usted,
que hablar conmigo quería.

Me contó su mala vida
y también su mala suerte,
que tenia su alma herida
casi al borde de la muerte.

No le importaba el dinero,
el lujo no lo quería,
la salud era primero,
porque con ello tendría
lo mejor del mundo entero.

Necesitaba otra cosa
de la que él carecía,
¡seguro, la más hermosa!
que tanta falta le hacía.

Era sentir el calor
de un cariño verdadero,
tener un sincero amor
valía más que el dinero.

Mucho mas feliz sería
el que supiera apreciar
lo poco que poseía
y que no fuese robar.

Aquél hombre era feliz
sin añorar la riqueza,
sólo con poder vivir
soportaba la pobreza.

Ya después de aquel día
jamás le volví a ver,
pero nunca olvidaría
lo que dijo el hombre aquel
que tanta razón tenía.

Francisco García García

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